Mente fuerte y Corazón tierno (IV)

Por Juan Ángel Gutiérrez Rodríguez

La grandeza de nuestro Dios reside en el hecho de que es fuerte de espíritu y tierno de corazón a la vez. Posee ambas cualidades, la austeridad y la dulzura. La Biblia, siempre subrayando los atributos de Dios, expresa su fortaleza de espíritu en su justicia y en su ira, y su ternura de corazón en su amor y en su gracia. Dios está con los brazos abiertos.

Concluye King su sermón señalando que nos es suficiente tener una mente fuerte y un corazón tierno para transformar la sociedad. Para él es necesario optar por un camino de lucha que nos permita unir el corazón tierno y la mente fuerte. Por eso afirma que “aún nos queda un tercer camino en nuestra búsqueda de la libertad, es decir, la resistencia no-violencia, que combina la fortaleza de espíritu con la ternura de corazón, y evita la complacencia y la inactividad de los débiles y la violencia y el genio de los duros. Tengo la convicción de que ésta es la norma que debe guiar nuestras relaciones raciales. Por medio de la resistencia no-violenta podremos oponernos al sistema injusto y al mismo tiempo amar a los que lo han implantado”. Este es el camino evangélico para una espiritualidad de resistencia y lucha. Camino claramente detallado en lo que conocemos como el Sermón del Monte.

La advertencia que hace King de no utilizar instrumentos de muerte y destrucción para construir una sociedad de vida y solidaridad debe resonar en nuestros corazones. “Debemos trabajar apasionadamente, infatigablemente para conseguir nuestra plenitud como ciudadanos, pero que nunca pueda decirse, amigos míos, que para ganarla tuvimos que utilizar procedimientos despreciables como la falsedad, la malicia, el odio o la violencia”. La historia humana está llena de grandes momentos de transformación donde se soñó con nuevas posibilidades de una sociedad y cultura diferente. Muchos de esos sueños se convirtieron en pesadillas cuando la violencia, los deseos de imponer voluntad, las verdades absolutas, fueron los instrumentos para llegar al poder.

Para King el desarrollo de un corazón tierno y una mente fuerte es la forma de experimentar y expresar a Dios. Nos dice “La grandeza de nuestro Dios reside en el hecho de que es fuerte de espíritu y tierno de corazón a la vez. Posee ambas cualidades, la austeridad y la dulzura. La Biblia, siempre subrayando los atributos de Dios, expresa su fortaleza de espíritu en su justicia y en su ira, y su ternura de corazón en su amor y en su gracia. Dios está con los brazos abiertos. El uno es suficientemente robusto como para envolvernos con su justicia, y el otro es lo bastante dulce como para abrazarnos con la gracia. Por una parte, Dios es un Dios de justicia que castigó a Israel por sus delitos y desviaciones, y por otra es un padre que perdona y cuyo corazón se llena de inefable alegría cuando el hijo pródigo vuelve a casa”. Dios es más que el Dios de la omnipotencia y la omnisciencia. Dios es el Dios del corazón tierno para liberar a los hebreos de la opresión de Egipto. El de corazón tierno para alimentarles en el desierto con alimento y agua. El de corazón tierno que le protegió de día y de noche en el desierto. Pero también el Dios de la mente fuerte que hizo una opción por los pobres, oprimidos, las viudas y los huérfanos. El de la mente fuerte que le proveyó profetas y profetizas para recordarles el pacto de justicia y solidaridad que había hecho. 

Jesús es el ejemplo de ese Dios de corazón tierno y mente fuerte. El Dios del corazón tierno que se encarna en medio de nuestra historia y es ejecutado por el amor a los despreciados y excluidas de la tierra. El Dios de la mente fuerte que enfrentó a los lideres religiosos y políticos de su época con la hipocresía de su espiritualidad de muerte y sus políticas de opresión. 

Jesús es nuestro modelo de una espiritualidad de resistencia y lucha. De una espiritualidad con corazón tierno que protege, cuida, sostiene, apoya a los explotados del sistema. De una espiritualidad de mente fuerte que enfrenta, condena, denuncia el pecado de la opresión, la exclusión y la muerte. Nuestra espiritualidad de resistencia y lucha significa que luchamos no sólo por nosotros y nosotras sino por quienes son víctimas del neoliberalismo (trabajadores/as, retirados/as, el magisterio) y víctimas de la exclusión (personas de color, diversidad de género y sexual). Esa lucha tiene su fundamento en el amor y la solidaridad. Es la opción por el amor y la solidaridad que nos permite una espiritualidad de resistencia y lucha liberadora.

King continúa afirmando que “Dios no es duro de corazón ni débil de espíritu. Es lo bastante fuerte de espíritu como para trascender al mundo; y es lo suficientemente tierno de corazón para vivirlo. No nos deja solos en nuestras agonías y combates”. Así debe ser nuestra espiritualidad de resistencia y lucha liberadora. Una espiritualidad que nos ayude a transcender este mundo de pecado, maldad y opresión sin que nuestro corazón se corrompa con odio, violencia, excusión, arrogancia y altanería. Esa espiritualidad es la que nos permite tener la fe de luchar, aunque parezca que no vamos a vencer.

A pesar de la pasión de Dios por la justicia nunca ha dejado de dar oportunidades de cambio y transformación al ser humano. Recordemos que, a pesar de la advertencia a Adán y Eva, Dios los cuido. A pesar de haber asesinado a su hermano, Abel, Caín fue protegido por Dios. A pesar de que los hebreos crearon un ídolo a las pocas horas de haber sido liberados de Egipto, Dios los acompañó. A pesar de haber matado a sus profetas Dios siguió proveyendo palabra y dirección. Dios es un Dios que desea y ama la justicia, pero también es un Dios que ama su creación, al ser humano y la naturaleza. 

Concluye con unas palabras de esperanza. Palabras que deben estar en nuestros corazones en los momentos que acompañamos al pueblo, a la clase trabajadora, a las excluidas, a los oprimidos en sus luchas, batallas, en sus retos y en sus momentos de logros y alegría. “Cuando los días se oscurecen y las noches se hacen lóbregas, podemos dar gracias a que nuestro Dios combine en su naturaleza una síntesis creadora de amor y justicia que nos guiará por los valles tenebrosos de la vida hasta los senderos soleados de la esperanza y la plenitud”. Es la espiritualidad de resistencia y lucha la que nos permitirá atravesar los valles tenebrosos y llegar, juntos y juntas, a los senderos de la esperanza y la plenitud. 

Cuando los cristianos y las cristianas, la iglesia, den testimonio de ese Dios que combina de manera creativa el amor y la justicia los muros de desesperación, angustia e indiferencia se derrumbarán y veremos con claridad “un cielo nuevo y una tierra nueva”. 

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