Mente fuerte y corazón tierno (IV)

“He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos” (Mateo 10:16)
Foto por Jerónimo Bernot en Unsplash

King concluye su reflexión sobre la necesidad de una mente fuerte y un corazón tierno invitándonos a optar por un tercer camino en la lucha por la justicia. Un camino de transformación que representa y que posibilita una mente fuerte y un corazón tierno: la resistencia no violenta.

La resistencia no violenta, según King, “combina la mente fuerte y el corazón tierno y evita la complacencia y el no hacer nada de la mente débil y la violencia y la amargura del corazón duro”. Recordemos que para King la resistencia no violenta no es un pacifismo débil basado en el miedo o la complacencia. La resistencia no violenta es una opción por la transformación basada en el amor, la justicia y el respeto a la vida humana. 

Para King la resistencia no violenta nos permite ser capaces de “oponernos a un sistema injusto y a la misma vez amar a los perpetradores del sistema”. El camino de la resistencia no violenta es el camino que nos permite luchar superando la mentalidad colonial de la violencia y el odio. Es un camino, que como muy bien decía Mahatma Gandhi, es el camino “que sólo los valientes están dispuestos a tomar”. Es el camino que toman quienes han hecho una opción por la vida, los derechos humanos y la justicia. Es el camino que nos permite poner en práctica la invitación de Jesús en el Evangelio de Juan capítulo 15: 13 “El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos”. El amor por el otro y la otra no se materializa imponiendo mi voluntad. Al contrario, mi amor por el otro y la otra se materializa cuando estoy dispuesto y dispuesta a entregar mi vida en amor y solidaridad. 

Es necesario aclarar que, para King y para quienes hemos tomado una opción por la resistencia no violenta activa, esta significa un compromiso profundo y claro por la lucha por la paz con justicia y con una transformación profunda de nuestra sociedad. La resistencia no violenta activa es una estrategia que nos permite “no conformarnos a este mundo sino transformarnos por medio de nuestro entendimiento”. 

La resistencia no violenta activa no significa simplemente darle “me gusta” y “compartir” un meme contra de Pierluissi o LUMA o a favor de la UTIER y de una marcha. La resistencia no violenta activa no es sólo marchar con la clase trabajadora. Es necesario salir a la calle y mostrar nuestra solidaridad con quienes son víctimas del abuso y la opresión. Es igual de necesario hacer una auto crítica a nuestra forma de ser y hacer la lucha y cambiar nuestra mentalidad colonial de opresión y violencia. La resistencia no violenta activa es aceptar nuestra mentalidad colonizada y patriarcal y cambiar nuestro estilo de vida por una por la justicia, la equidad y la liberación.

King concluye reflexionando sobre la naturaleza de Dios y como la mente fuerte y el corazón tierno reflejan el corazón de Dios. “La grandeza de nuestro Dios está en el hecho de que es una mente fuerte y un corazón tierno… la Biblia es siempre clara en afirmar los dos atributos de Dios, expresa la mentalidad fuerte en su justicia e ira y su corazón tierno en su amor y su gracia… Dios tiene dos brazos que se extienden. Uno que es suficientemente fuerte para rodearnos con su justicia y el otro, generoso para abrazarnos con su gracia”. Esta afirmación es más que necesaria en este tiempo de fundamentalismo cristiano. 

El fundamentalismo nos vende y nos presenta un Dios con un corazón duro. Un Dios que condena a los otros y a las otras porque no encajan con las lecturas y entendimientos particulares de versos o textos. Un Dios que condena a quienes piensan distintos y optan por la equidad y la justicia. Un Dios que es pura furia y lo único que desea es arrasar con la maldad y el pecado, aunque cueste vidas humanas inocentes. Olvidamos un texto que es fundamental en la vida de la iglesia evangélica “porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado su hijo unigénito para que todo aquel que Él crea no se pierda más tenga vida eterna”. Dios no odia al mundo, Dios detesta la maldad y el pecado concreto: la opresión, la exclusión, la violencia, el sexismo, el racismo, la xenofobia, la homofobia, la contaminación, la explotación (mente fuerte) y dio lo mejor que tenía para que la humanidad experimentara una nueva vida (corazón tierno).

Este Dios que nos presentan los fundamentalistas es un Dios que desea mantener el orden actual que les permite a los fundamentalistas mantener sus privilegios de imponer su visión de vida a la sociedad en pleno. Un orden, justificado por una lectura particular de las escrituras, que condena a las mujeres a morir a manos de sus esposos o compañeros. Un orden, justificado por una lectura particular de las escrituras, que permite perseguir y condenar a los hermanos y hermanas de la comunidad lgbttq+ a una vida de exclusión. Un orden, justificado por una lectura particular de las escrituras, que permite que unos pocos puedan explotar y robar parte del salario a la mayoría de los trabajadores y las trabajadoras. Un orden, justificado por una lectura particular de las escrituras, que permite que niños y niñas y adolescentes puedan ser torturados y torturadas por sus padres por su particular entendimiento de la sexualidad. 

Olvidamos con frecuencia las palabras del profeta Amós en el capítulo 6 verso 8: “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno!  Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor:  Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios”. La resistencia no violenta nos permite practicar la justicia, amar la misericordia y humillarme ante Dios. 

Concluye King señalando que “en estos tiempos necesitamos saber que el Señor es un Dios de justicia. Cuando el gigante adormecido de la injusticia emerge en la tierra, necesitamos saber que hay un Dios de poder que puede cortarlos como grama y dejarles como hierba marchita. Cuando nuestros agotados esfuerzos fracasan en detener el resurgir de una abarcadora opresión, necesitamos saber que en este universo es Dios quien tiene una fuerza que no compara con la sórdida debilidad del ser humano”. Finaliza su reflexión afirmando que “cuando los días crecen oscuros y las noches crecen sombrías, podemos dar gracias que nuestro Dios combina en su naturaleza una síntesis creativa de amor y justicia que nos llevará a través de los valles oscuros de la vida a los caminos alumbrados de la esperanza y la plenitud”. El Evangelio es un claro mensaje de esperanza de que una nueva creación, una nueva humanidad, una nueva sociedad es posible. Una nueva creación, una nueva humanidad, una nueva sociedad que debemos y podemos comenzar a construir hoyn en este preciso momento, en este tiempo. Lo podemos hacer porque reconocemos que el fruto del Espíritu de Dios está en aquellos y aquellas que luchan, día a día, por la justicia, la equidad, la solidaridad y la libertad, la paz y el amor. 

Una práxis pastoral y eclesial profética militante encarnada para hoy debe tener como su fundamento una mente fuerte capaz de condenar la realidad de pecado, maldad y opresión y un compromiso profundo con la transformación de este mundo y de nuestra sociedad con el corazón tierno de la resistencia no violenta activa. 

Juan A. Gutiérrez Rodríguez

Leave a Reply

Your email address will not be published.