Esa es la pregunta ante nosotros y nosotras esta noche. No, si me detengo a solidarizarme con el magisterio o la clase trabajadora, que pasará con todas las horas que usualmente paso en la oficina todos los días y todas las semanas. La pregunta no es ¿si me detengo a solidarizarme con el magisterio y los retirados, que me pasará? Si no me detengo a solidarizarme con el magisterio y los retirados, ¿qué les pasará a ellos? Esa es la pregunta.
MLK – Parafraseo “He visto la tierra prometida” 3 abril 1968
Honrando los 60 años de la visita del Rev. Dr. Martin Luther King, Jr. a Puerto Rico en febrero de 1962, la Mesa de Diálogo Martin Luther King, Jr. llama a sus miembros, a las iglesias cristianas, y al pueblo creyente en general, a apoyar el paro general convocado para el viernes 18 de febrero por el FADEP.
Hace seis décadas que Puerto Rico fue el escenario para la primera denuncia pública del Rev. King contra el militarismo estadounidense y la guerra en Vietnam, en la capilla del Seminario Evangélico de Puerto Rico. King dedicó los años que le quedaban de vida a ampliar la lucha por los derechos civiles afronorteamericanos a una lucha de todo el pueblo trabajador norteamericano –el Poor People’s Movement—y en contra de las barbaridades de la guerra que fueron incrementando en esos mismos años.
Hoy, Puerto Rico atraviesa la mayor crisis en todos los órdenes –social, político, económico y cultural—que hemos enfrentado en casi un siglo. La violencia institucional de las políticas neoliberales de privatización y austeridad se vuelca con fuerza cada vez mayor contra las personas más vulnerables, y los resultados de esa violencia –familias desahuciadas, niñez hambrienta, personas enfermas sin acceso al tratamiento médico, envejecientes viviendo en pobreza luego de una vida entera de sacrificios—están llegando a las puertas de nuestros templos.
Ante esta situación, las iglesias cristianas hacen bien en abrir sus puertas para alimentar, material y espiritualmente, a quienes lo necesitan. Pero el llamado del Rev. King y que la Mesa de Diálogo insiste en repetir “a tiempo y destiempo”, es salir por esas puertas, compartiendo no solo el sufrimiento de nuestro pueblo sino su clamor por el fin a la violencia que vivimos.
Esa violencia toma muchas formas, desde el hoyo en la carretera que destroza el tren delantero de un carro “destartalado” hasta el obligar a una maestra de 55 años, con 28 años de servicio, a seguir trabajando 8 años más, en un taller educativo donde las necesidades de sus estudiantes rebasan por mucho su capacidad de suplirlas y experimentar una reducción de mil dólares en su pensión a la hora de su retiro. La violencia que encarna la estructura de un Departamento de Educación que prioriza el control político partidista y los contratos a empresas cercanas al partido de gobierno, por encima de la educación de nuestra niñez y el bienestar de toda la población –estudiantes, docentes y no docentes—de las escuelas donde transcurren sus años formativos.
Es la violencia del Plan de Ajuste de la Deuda, que prioriza de manera absolutamente insostenible los pagos a grandes empresas de Wall Street sobre las necesidades básicas del pueblo puertorriqueño, del gasto tributario que exime de impuestos a megatiendas del exterior a la vez que exprime a comerciantes del país, y de las élites políticas que siguen repartiéndose asesorías y contratos mientras los votos que las mantienen en el poder vienen de gente que vive de manera cada vez más precaria.
Es la violencia del “such is life”, de las personas que se llaman “tecnócratas” y pretenden separarse de la política, diciendo que el sufrimiento de seres humanos es el resultado de un ejercicio matemático mientras cada año salen decenas de miles de millones de dólares para enriquecer a personas y corporaciones en el exterior. Así mismo salían riquezas hace 80 años, cuando languidecía la población rural durante el nefasto “tiempo muerto”. Igual salían de Palestina hacia Roma, en los tiempos de Jesús, y se esclavizaba a quien no pudiera pagar.
La violencia de los sistemas económicos fue resumida por King hace décadas: socialismo para el rico, individualismo rudo para el pobre. Nos dicen esos tecnócratas “escogieron su profesión” quienes ahora no pueden vivir de ella, ni esperar un retiro sin miserias. La culpa, se nos dice, no es de nadie, pero el pueblo sigue tributando, no para pagar servicios que necesita sino para pagar deudas que contrajeron políticos y otros individuos que no responderán por ellas porque reiteradamente se evita que sean auditadas.
Martin Luther King, Jr. dio el último viaje de su vida para apoyar a trabajadores del gobierno de Memphis, Tennessee, en su justo reclamo de un sueldo y un trato dignos.
A la gente cristiana nos corresponde emularlo, dejando a un lado nuestros quehaceres para solidarizarnos con un grupo de compatriotas que claman por justicia y una vida digna. Y seguir haciéndolo, hasta que fluya la paz, como las aguas, y la justicia como torrente poderoso.
Levantémonos esta noche con mayor disposición. Pongámonos de pie con una mayor determinación y sigamos adelante en estos días poderosos, estos días de desafío para hacer de Puerto Rico lo que debería ser. Tenemos la oportunidad de hacer nuestro país una nación mejor
MLK – Parafraseo “He visto la tierra prometida” 3 abril 1968